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jueves, 1 de septiembre de 2022

"No todas las discapacidades tienen inclusión"

 


 

 

Tener reconocida una discapacidad muchas veces no es nada del otro mundo. Es simplemente una etiqueta más que pueden otorgarnos como ciudadanos de este planeta absurdo en el que vivimos. Una etiqueta que en muchas ocasiones no vale para nada y en otras discrimina. 

Hay diferentes causas por las que te pueden conceder una discapacidad, causas físicas, psíquicas o intelectuales. También existen los grados dentro de cada una de estas variables según la más o menos gravedad de la discapacidad en cuestión. Lo paradójico es que depende del tipo de discapacidad que tengas pueden hacerte sentir rechazado, señalado, integrado o completamente ignorado e invisible. Sí, todas y cada una de ellas, ni más ni menos. Hay tipos de discapacidad que socialmente parecen estar más aceptadas, y es triste reconocer que es así, puesto que todas son adquiridas por una serie de circunstancias concretas que hacen a la persona que las sufre merecedora de este "reconocimiento". 

Los mismos discapacitados se sienten en muchas ocasiones discriminados respecto a otros. Pero entiéndase que no es nada personal hacía esos otros discapacitados, es hacía quienes rodean a esos discapacitados, hacía quienes profesan un tipo de atención a unos mientras invisibilizan a otros, hacia quienes reciben subvenciones para ayudar a personas discapacitadas pero únicamente se centran en determinados grupos de discapacitados. El resto, como si no existieran. Y sí, también existen esos otros discapacitados, también tienen derecho a esa atención, a esas diversas formas de ayuda establecidas que supuestamente deben serles facilitadas también a ellos como personas con discapacidad. Esas subvenciones, ese dinero, ese apoyo que se otorga desde el gobierno a esta causa debería dividirse y contribuir a la ayuda diversa para estas personas con discapacidad, cualquier discapacidad y en cualquier grado, cada una en la medida que lo necesite. Pero no. Para unos hay servicios, hay personal dedicado a ellos, hay instituciones y hay ayudas a diversos niveles económicos, formativos y laborales. Para otros,  nada. Por supuesto nadie está negando que no precisen todo este tipo de atención y ayudas diversas los primeros, pero no por ello debe ignorarse como se ignora al resto de este colectivo, simplemente porque no se ajusta a unas discapacidades concretas que son las que se llevan el gato al agua.

Estas otras discapacidades no suelen servir para nada a quien las tiene reconocidas, ni para recibir formación, ni facilidades en la inclusión laboral, ni mucho menos ayudas económicas. De vez en cuando algún empresario, no sé si solidario o más bien interesado, utiliza los beneficios fiscales otorgados, la bonificación establecida por hacer un contrato a una persona con determinado grado de discapacidad. Pero como digo, no suele ocurrir ni aún con el atractivo de ese incentivo económico.

En definitiva, tener reconocida una discapacidad y según cual de ellas sea, es únicamente una etiqueta social más, una etiqueta jurídica, sanitaria, judicial que no sirve para mucho más que para tenerla guardada en un cajón archivada junto a la documentación inservible.

 

Helga F Moreno

 

 "SI DE VERDAD QUIERES AYUDARME, PRIMERO PREGÚNTAME QUÉ NECESITO"

lunes, 4 de julio de 2022

Abolición de laProstitución"

 



Sí, se sigue con este tema: prostitución sí, prostitución no, abolición sí, abolición no. 

Dicen que la premisa "la imagen que deja la mujer que ejerce perjudica al resto de mujeres, las denigra, bla bla bla", por lo visto (y aquí hago un inciso sobre el tema principal de esta reflexión) no es similar a la imagen que deja la indumentaria y los mini-shorts de todos los veranos. Esta última por lo visto es una cuestión de libertad individual, no es cosificante, no nos sexualiza y no deja a la mujer como un trozo de carne expuesto al sol del estío. Aquí, con este tema de la cada vez más escasa cantidad de tela sobre el cuerpo femenino, todo es silencio y dejar hacer, nadie se pronuncia y cada año asistimos estupefactos con la llegada del calor a un desfile de carnaza de todas las edades, desgraciadamente cada vez más tempranas todo sea dicho, en plena calle. Bien. Por mi que cada uno o en este caso cada una, vista como quiera, pero por favor que algunas señoras feministas sean rigurosas y dejen de ser tan hipócritas desde este feminismo tan selectivo que se gastan. Si la imagen de la que se prostituye en su privacidad nos denigra al resto de mujeres pienso que también lo hace la que va medio desnuda sexualizándose o exhibiendo las nalgas cuando va al instituto o a la panadería, para regodeo y satisfacción, como la prostitución, del género masculino.

Volviendo al tema de mi reflexión la cuestión es que seguimos con las mismas discusiones/reivindicaciones año tras año, abolicionistas contra prostitutas a las que dicen querer salvar a su vez salvando de estas últimas al resto de mujeres de la humanidad. ¿Las prostitutas son víctimas pero a su vez verdugos? ¿Cómo es eso?  Y lo más paradójico, ¿qué han conseguido año tras año después de tan encarnizado y polémico debate? NADA.

Ellas, muchas de las mujeres que están en la prostitución, siguen con sus vidas felices o infelices; las que están, las que van saliendo y las que van entrando; todas y cada una de ellas sin la ayuda (real) de nadie, ni cuando entran ni mientras permanecen, ni después cuando pueden o deciden salir. Pocas de estas "salvadoras" analizan lo que necesitan estás mujeres que ejercen, sus reivindicaciones, sus necesidades, tampoco analizan el origen de esa entrada a la prostitución por parte de muchas de ellas, y, si lo hacen, no llevan a cabo las estrategias, las medidas, las interacciones para prevenirlo. Las pasan por alto, se las saltan o es una empresa demasiado complicada y costosa a muchos niveles para llevarla a cabo. Muchas de las susodichas mujeres en prostitución tampoco quieren verle la cara o reconocer ese punto de inflexión causal que hizo que tomaran esa decisión/elección por encima de otras. Y es verdad que, en la mayoría de casos, ni son conscientes de esta causa-efecto, de este punto de inflexión que lleva a esta vorágine de sexo/ supervivencia/necesidades. Piensan erróneamente estas últimas o muchas de ellas, que por reconocerlo pierden el derecho de esa decisión; pero no se dan cuenta que esa decisión es tanto o igual condicionada como lo son tantas otras en la vida de cualquier persona, que no tienen porqué expiar su pecado porque la prostitución no es tal, no es un pecado ni ellas son pecadoras; la prostitución es una circunstancia fruto de otras situaciones personales, sociales y culturales.

Quede claro que el existir de un detonante no implica que algunas elecciones en la vida sean erróneas o deba sentirse culpabilidad por ellas, más cuando no implican daño a terceros. Reconocer esos puntos de inflexión, reconocer estos detonantes, tanto por parte de unas, las salvadoras, como por parte de otras, las prostituidas, sería la piedra angular de todo este embrollo, pues quizá sabrían cómo evitar, ayudar o entender esta circunstancia en un alto tanto por ciento. 

En definitiva cierto es que las unas por las otras la casa sin barrer y ninguna solución a la vista, ni al gusto de unas ni al gusto de otras, y  por ende los detonantes o circunstancias que llevan a ello seguirán sin solucionarse y sin prevenirse y el paso por la prostitución seguirá siendo eso, una circunstancia vivida en la más absoluta soledad y estigmatización. Solo enfrentamientos, palabrería, solo debates vacuos y repetitivos donde se dice más de lo mismo mientras todas esas vidas siguen en sus caminos, unas con más pena y otras con más gloria.

Al final llego a la conclusión que aquí sálvese quien pueda y que la vida de muchas mujeres es quizá una mera cuestión de suerte o del destino, qui lo sa.


Helga F Moreno

 

 "SI DE VERDAD QUIERES AYUDARME, PRIMERO PREGÚNTAME QUÉ NECESITO"